lunes, 25 de agosto de 2014

Esa palabra maldita que todos esquivamos pero que tarde o temprano siempre llega: ¡NO!

Como si de un partido de tenis se tratara, según como nos lo digan nos quedamos totalmente “OUT”. Y la verdad es que  no sé que es peor si el rechazo o la cara de panolis que se nos queda junto con la correspondiente parálisis físico-mental que impide que podamos responder con una frase brillante y que nos permita no solo salir airosos, si no triunfales de la situación; y a la vez impide que nos movamos y salgamos corriendo cual gato escaldado.

Es sólo, segundos más tarde (segundos eternos vividos como horas), cuando recuperamos el tono muscular, el pensamiento y lo más importante la conciencia de la situación en la que estamos inmersos “mierda, me acaba de decir que no y me he quedado aquí plantado sin poder moverme…”. Con lo que haces una mueca indescriptible y te vas.

Lo malo es cuando te dicen un “no” y a continuación no hay ninguna justificación, explicación o excusa aunque sea inventada, pero al menos hay algo. Un “no” contundente, petrificante, seguido de una sonrisa malévola o de una mueca que indica “esto es lo que hay chaval”, desemboca en un silencio abismal que llega a marearte y a hacerte sentir como el mayor de los estúpidos que habitan la faz de la tierra.

Sin haber superado el rechazo tienes que rehacerte y actuar rápido. Eso quiere decir sacar a otra chica a bailar, aún sabiendo que el peso de la negación está ahí y se puede volver a producir, dejándote noqueado e inconsciente para siempre.

Te acercas a un grupo de chicas situado en primera línea de pista y analizas la situación: dos hablan entre sí y las otras dos miran para el centro de la pista. Hasta que sin pretenderlo, consigues contacto visual con ellas…. “¡Mierda! Me están mirando, ¡¡¡Hay que actuar rápido!!!”

La rubia con escote de infarto te la llevarías pero no al centro de la pista, si no al centro de tu cama… pero como ya no tienes cuerpo para más rechazos te acercas a la morena y con tu mejor sonrisa tiendes tu mano al tiempo que sale de tu boca un “¿¿quieres bailar??” con cara angelical y la entonación correspondiente a haber dicho esto mismo millones y millones de veces.

Afortunadamente la canción que bailas con la morena es espectacular, por lo que el “no” de la canción anterior, ya quedó en el olvido.

Dedicado a todos los que en algún momento me han dicho que no, porque han hecho que valorara aún más a los que han querido bailar conmigo :D!!
¡Gracias!
  
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1 comentario :

  1. Suerte que sólo quieres bailar... Sería peor pedirle a la rubia un baile de cama y que te diga que no. ¿Sería peor que la rubia te diga que no y acabar con la morena? Lo digo porque dejas entrever que la morena es la amiga fea...
    Yo por eso no bailo, en lo otro aún no me han rechazado... (claro que tampoco lo he preguntado, jejejejeeee)

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